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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

martes, 24 de noviembre de 2009

HANS KUNG Y LA TRINIDAD


Reflexionando sobre el dogma de la trinidad, Hans Küng apunta:

«No hay doctrina de la trinidad en el Nuevo Testamento. Si bien abundan las fórmulas triádicas, sin embargo, en todo el Nuevo Testamento no hay ni una sola palabra acerca de una ‘unidad’ de estas tres magnitudes altamente distintas, de una unidad en un igual plano divino. Cierto que hubo una vez en la primera carta de Juan una frase (Comma Johanneum) que, en el contexto de espíritu, agua y sangre, mencionaba a continuación al Padre, la Palabra y el Espíritu, que serían uno.

Sin embargo, la investigación histórico-crítica ha desenmascarado esta frase como una falsificación nacida en el norte de África o en España en siglo III o IV, y de nada sirvió a las inquisitoriales autoridades romanas su empeño en defender todavía a principios de este siglo como auténtica esta frase.»

Y continúa diciendo:

¿Qué otra cosa significa esto en palabras llanas sino que en el judeo-cristianismo, incluso en todo el Nuevo Testamento, existe la fe en Dios el Padre, en Jesús el Hijo, y en el Espíritu Santo de Dios, pero que no hay una doctrina de un Dios en tres personas (modos de ser), una doctrina de un «Dios uni-trino», de una «Trinidad»?

Pero ¿cómo entiende el Nuevo Testamento la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? «Para darnos a entender la relación de Padre, Hijo y Espíritu no hay en todo el Nuevo Testamento otra historia mejor que aquel discurso de defensa del protomártir Esteban que Lucas nos ha transmitido en sus Hechos de los Apóstoles.

Esteban tiene una visión durante ese discurso: Lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y a aquel Hombre de pie a la derecha de Dios.»

Aquí se habla, pues, de Dios, del Hijo del Hombre y del Espíritu Santo.

Pero Esteban no ve, por ejemplo, una divinidad trifacética y menos aún tres hombres de igual figura, ni un símbolo triangular, como llegará a utilizarse siglos más tarde en el arte cristiano occidental. Más bien:

•El Espíritu Santo está al lado de Esteban, está en él mismo. El Espíritu, la fuerza y poder invisibles que proceden de Dios, lo llena por completo y le abre así los ojos: «en el espíritu» se muestra a él el cielo.


•Dios mismo (ho theós «el» Dios a secas) permanece oculto, no se asemeja al hombre; solo su «gloria»(hebreo «kaboda», griego «doxa») es visible: esplendor y poder de Dios, el resplandor que proviene por completo de él.

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•Jesús, finalmente, visible como el Hijo del Hombre, está «a la derecha de Dios»: esto significa en comunidad con Dios, en igual poder y gloria. Como Hijo de Dios elevado y recibido en la vida eterna de Dios, él es vicario de Dios para nosotros y, a la vez, como hombre, el representante de los hombres ante Dios.

De todo esto debería desprenderse con claridad que la cuestión clave sobre la doctrina de la Trinidad es, según el Nuevo Testamento, no la cuestión declarada como «misterio impenetrable» (misterium stricte dictum) de cómo tres magnitudes tan distintas pueden ser ontológicamente uno, sino la cuestión cristológica de cómo hay que expresar según las Escrituras la relación de Jesús (y en consecuencia también la del Espíritu) con Dios mismo. Ahí no es lícito poner en tela de juicio ni por un instante la fe en el Dios uno, que el cristianismo comparte con judíos y musulmanes: fuera de Dios no existe ningún otro dios… El principio de unidad es para el Nuevo Testamento, como para la Biblia hebrea, el Dios uno, (ho théos: el Dios=el Padre), del que todo procede y hacia el que todo se dirije.

Si se quisiera enjuiciar a los cristianos anteriores a Nicea desde la vertiente del concilio de Nicea, entonces no solo los judeoscristianos, sino también casi todos los padres de la iglesia griegos serían herejes porque ellos enseñaban como obvia una subordinación del «Hijo» al «Padre» que según la posterior medida de la definición equiparadora de una «igualdad de esencia» por el concilio de Nicea es considerada como herética.

A la vista de estos datos apenas se puede obviar la pregunta: si en vez de tomar al Nuevo Testamento como medida se toma al concilio de Nicea, ¿quién había en la Iglesia antigua de los primeros siglos que fuera ortodoxo?

Por último: «¿De dónde proviene en realidad esta doctrina de la Trinidad? Respuesta: solamente es un producto del gran cambio de paradigmas, del paradigma protocristiano-apocalíptico al paradigma veterocristiano-helenista.»

www.apologista.wordpress.com

LA BIBLIA Y LA ADIVINACION



Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

Is. 8:19 Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?

En su curiosidad innata, el hombre regularmente ha buscado el conocimiento en lo que no es de su incumbencia, es decir, en lo oculto, en lo que no le pertenece, y que está proscrito por Dios. La afanosa ambición para obtener un mejor lugar en la sociedad, poder, aceptación, riquezas y éxito rotundo, lo ha empujado a escudriñar en ese tipo de literatura oscura y profana, esotérica, misteriosa y enigmática, que ha sido escrita con tinta infernal. Por tal motivo, al no medir las consecuencias, ignorándolo o no, su vida viene a reservarse para la eterna oscuridad, en las más profundas de las tinieblas (Jud. 1:13).

La adivinación se define como la manera utilizada para predecir acontecimientos futuros o para conocer cosas ocultas o secretas. Los practicantes de la adivinación se valen de entidades espirituales reveladoras o mediante suertes, señales o procedimientos para lograrlo. En Ezequiel 21:21 se relata como el rey babilónico adivinaba sacudiendo saetas, a través de ídolos, con el hígado de un ave. En Gn. 44.5 se narra que el siervo de José habla de una copa para adivinar:

Gn. 44:5 ¿No es ésta en la que bebe mi señor, y por la que suele adivinar? Habéis hecho mal en lo que hicisteis.

Hoy en día sería extraño no saber que los adivinadores o agoreros modernos usan bolas de cristal y vasos con agua con el fin de adivinar. Estas formas de adivinación no han cambiado en nada desde la antigüedad. En 1 de Samuel 28:8 y en Hechos 16:16-19 se muestra, para cada caso, un espíritu de adivinación que obraba mediante un intermediario humano. A veces el espíritu demoníaco se hace visible personificando una persona muerta; ejemplo está con Saúl y la adivina de Endor, donde el espíritu representa falsamente al profeta Samuel que había muerto tiempo atrás. En la actualidad sucede lo mismo con los llamados médiums que son poseídos por los demonios para hacerse pasar por personas fallecidas. Los demonios en tal situación son capaces de revelar detalles tan precisos de quienes han muerto, resultando muy convincente el engaño para los familiares que los conocían minuciosa y perfectamente bien.

Entre las formas modernas de adivinación ocultista encontramos la consulta de las barajas, llamada también cartomancia; por otro lado tenemos la aeromancia, la adivinación por medio de objetos puntiagudos, la hidromancia, la ceromancia, la espatulomancia, la geomancia, la litomancia, la catoptromancia, caromancia, la lectura de las hojas de té, de los asientos de café, la astrología, la tabla de la Ouija, la quiromancia o lectura de las líneas de las manos. Es tanta su influencia que muchos no dan un paso alguno en sus vidas sino antes de consultar algún modo adivinación.

Dentro de la astrológica, que continúa teniendo una buena aceptación y difusión en todo el mundo, encontramos, por ejemplo, el horóscopo y sus signos zodiacales, la carta astral, que consisten en métodos de adivinización en base a la posición de los astros en el momento del nacimiento. La astrología ha sido un efectivo e importante factor para desviar a las gentes plácidamente del camino verdadero de la salvación; incluso, aunque parezca increíble, muchos cristianos (inestables e inmaduros) confían en esta práctica de dirección equivocada para tomar decisiones que han creído como correctas. La Biblia condena la astrología y sus signos del zodiaco. Véalo en 2 R. 23:5.

No cabe duda que la Biblia prohíbe toda clase de prácticas abominables de las naciones paganas porque son una ofensa contra Dios (Dt. 18:9; Lev.20:23). La adivinación, como la evocación a los muertos, no está exenta de entre ellas:

18:10-11 No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.

Lev. 19:26 No comeréis cosa alguna con sangre. No seréis agoreros, ni adivinos.

Lev. 19:31 No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios.

Lev. 20:27 Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos.

Jer. 27:9 Y vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros soñadores, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros encantadores, que os hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia.

Lo que las personas necesitan es confiar en Dios, y este confiar, que será férreo y para beneficio a largo plazo, lo obtendrán únicamente en su Palabra. Hay 66 libros en la Biblia y bastantes textos en su contendido para fortalecerse espiritualmente, con el propósito de enfrenar adecuadamente las pruebas y tentaciones más tremendas por las que pudieran estar pasando... ¡La victoria estará segura!

Lo más importante, es que la Palabra de Dios aporta aquel conocimiento para vida eterna; la adivinación, sólo para condenación eterna.

Valoren esto, hermanos y amigos que nos vistan.