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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

sábado, 9 de mayo de 2009

¿ES MARÍA LA MADRE DE LA IGLESIA CRISTIANA?


Ciertamente, uno de los títulos más importantes atribuidos a María por el catolicismo es la Madre de la Iglesia. La institución católica romana obtiene está enseñanza de la exaltación de María primordialmente de las palabras de Jesús, mientras colgaba de la cruz:


Cuando Jesús vio a su madre allí, y al discípulo que él amó parado cerca, él dijo a su madre, "Querida mujer, aquí está tu hijo," y para el discípulo, "aquí está tu madre". Desde entonces, este discípulo la hizo pasar a su casa (Juan 19:26,27).


María Fue una Viuda en la Cruz


Pero hay otro pasaje forma para interpretar el pasaje de arriba, el cual es bastante más consistente con otras Escrituras que describen a María y cómo la miraron los cristianos originales. Antes de que miremos estos otros pasajes pertinentes, examinemos el contexto de Juan 19:26,27. En aquel momento, José estaba muerto, habiendo dejado a María viuda. Esto es derivado a partir de última vez que alguna vez escuchamos acerca de José, que fue en Lucas 2 cuando Jesús estaba en el templo a la edad de 12. Dieciocho años más tarde cuando Jesús empezó Su ministerio, José nunca es mencionado otra vez con María, esto es fácilmente entendible si él había muerto, como muchos creen. En lugar de que José esté con María (que es lo qué esperaríamos) durante el ministerio terrenal de la enseñanza de Jesús, en la cruz y en el aposento alto, María es frecuentemente citada sola con sus otros hijos; Mar. 3:31-34; Luc. 8:19-21; Juan 2:12; Hechos 1:14) o a solas (Jn 19:26,27).


Los Otros hijos de María fueron incrédulos cuando Jesús murió


Además, los otros hijos de María, nacidos después de Jesús, fueron todos incrédulos durante su ministerio terrenal. Dice la Escritura:


Después de esto, Jesús circuló en Galilea, a propósito manteniéndose fuera de Judea porque los judíos allí estaban esperando quitarse la vida. Pero cuando la Fiesta Judía de Tabernáculos estaba junta, los hermanos de Jesús le dijeron a él, " Usted debe salir aquí y debe ir a Judea, a fin de que sus discípulos pueden ver los milagros que usted ve. Nadie que quiere convertirse en una figura pública actúa en secreto. Desde que usted está haciendo estas cosas, la función misma para el mundo". Pues aun sus hermanos no creyeron en él. (Juan 7:1-5).


Así es que cuando Jesús se estaba muriendo en la cruz, María fue una viuda y sus otros hijos no fueron creyentes en ese momento. (Pronto después eso cambió). Jesús, por consiguiente, comisionó a Juan para que llevara a María a su casa y cuide de ella, como él haría por su madre natural, que haría a Juan como un hijo para María. El más sabio y fuerte cuida del más débil y más desprotegido, así es que Juan se encargó de María. El usar mal Juan 19:26,27 leyendo en él que María fue hecha la Madre de la iglesia ha conducido a muchos a un enfoque no bíblico sobre María para las necesidades espirituales de uno, en lugar de mirar hacia Jesús como la Biblia declara.


Los Cristianos Cuidan de las Viudas


También, recuerde que cuidar de las viudas es fundamental para el Cristianismo:
Pero si una viuda tiene a los hijos o los nietos, estos deberían aprender ante todo a poner en práctica su religión cuidando de su familia y así también recompensando a sus padres y sus abuelos, pues esto le gusta a Dios. (1 Tim 5:4)


La religión que Dios que nuestro Padre acepta como puro y sin falta alguna es ésta: Cuidar de los huérfanos y las viudas en su desasosiego y abstenerse de estar contaminado por el mundo. (Santiago 1:27)

Jerusalén es nuestra Madre


Déjenos ahora considerar otra evidencia Bíblica referente a este tema de María como la Madre de la Iglesia. Primero, ¿Es alguna vez este título dado a ella o a alguien? De manera chocante, es encontrado en Gálatas 4:26, pero no adscrito a María:


“Pero la Jerusalén que está arriba es libre, y ella es nuestra madre”.


Claramente, el apóstol de Señor enseñó que la Jerusalén de arriba es la madre de la iglesia y no María. También debería ser mencionado que la última vez que María es mencionada en las epístolas está en este mismo capítulo, pero ella no es nombrada, aun en la forma más leve, como que tiene algún papel exaltado, como se esperaría, si ella fuese entonces la madre de la iglesia. Esto es cómo fue referida María:


“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley” (Gálatas. 4:4).


María es mostrada en Gálatas 4 como que es simplemente una mujer y nada más. Si Pablo hubiera creído que María fue la Madre de la Iglesia él tuvo una excelente oportunidad en Gálatas 4 de mencionarlo, pero no lo hizo!


"Quién Ha Sido Una Madre para Mí"


Además, en su epístola a los romanos, Pablo mencionó quién "había sido una madre para él," pero no fue María, la madre de Jesús:


Saluda a Rufo, escogido en el Señor, y también a su madre, quien ha sido una madre para mí (Rom 16:13).


La madre de Rufo fue como una madre para Pablo y la única figura materna que él menciona. Si María fue la madre de la iglesia, como algunos leen en Juan 19:26,27, ¿Pudo Pablo declarar esto sin una mención de María? ¡Nunca!


Jesús Nunca Exaltó A María sobre Sus Otros Discípulos


También debería ser acentuado que el Señor Jesús nunca exaltó a María por encima de sus otros discípulos. Considere cuidadosamente las palabras eternas de Jesús:


Señalando a sus discípulos, él dijo, " Aquí está mi madre y mis hermanos. Porque quienquiera que haga la voluntad de mi Padre en el cielo es mi hermano y mi hermana y mi madre". (Mateo 12:49,50)


¿"quiénes son mi madre y mis hermanos"? Él preguntó. ¡Entonces él miró a aquellos sentados alrededor de él y dijo, "He Aquí mi madre y mis hermanos! Quienquiera que haga la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre". (Marcos 3:33-35)


Ahora la madre de Jesús y los hermanos le visitaron, pero no pudieron ponerse cerca de él por el populacho. Alguien le dijo, "tu madre y tus hermanos están de pie afuera, queriendo Verte. Él contestó, "mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica. (Lucas 8:19-21).


Interprete la Escritura con la Escritura


Según Jesús, todos sus discípulos son iguales a María. Ella no es honrada por encima de la iglesia como su madre, según el Señor. ¿Por qué entonces alguien debería interpretar Juan 19:26,27 en una forma que es contradictoria para estas otras Escrituras relacionadas? Necesitamos dejar a la Escritura interpretar a la Escritura.


¡Uno también debe preguntarse por qué Juan nunca exaltó a María, o aun la mencionó, en cualquiera de sus epístolas! Lo mismo puede ser dicho acerca de Pedro, de quién los católicos se les enseñó a creer que fue el primer Papa. Ciertamente, él debería haber exaltado a María, como tantos otros Papas han hecho a todo lo largo de los siglos, pero él aparentemente no pensó que ella tuviese algún papel especial en los temas diversos de los que él se ocupó en sus epístolas, que incluyó la salvación y la oración.


Jesús la Refutó Públicamente


Regresando a Jesús, considere cuidadosamente su enseñanza eterna, cuando públicamente él refutó una mujer que intentó exaltar a María sobre la base de que ella le dio nacimiento:


Mientras Jesús decía estas cosas, una de las mujeres en el populacho alzó su voz y le dijo a él, "bendito es el vientre que te cargó y los pechos que te amamantaron". Pero él dijo, "al contrario, bendito son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la observan. (Lucas 11:27,28).


Sería como si un católico del presente día estuviese en presencia del Señor tratando de sobre exaltar a María siendo refutado abiertamente en público por el Señor por su error.


María en el Aposento Alto


Un pasaje Bíblico final necesita ser citado, que ocurrió después de la muerte de Jesús en la cruz y cuando los discípulos que sumaban 120, incluyendo María, estaban todos reunidos juntos:


Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio. Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles (Hechos 1:14-26).


¡Pedro y Juan estaban presentes, pero nuevamente allí hay una total ausencia de cualquier clase de honor especial que fuera dado a María, algo que resulta extraño si fuese verdad que ella había sido declarada la Madre varias semanas antes!


Los Discípulos No Confiaron en la Intercesión de María


¡Además, los discípulos tuvieron una petición importante de oración, pero no tuvieron a María para que la presentara al Señor! Aparentemente, también no consideraron su intercesión como que era más poderosa que la de ellos ni pensaron que ella fuese la abogada de todas las gracias. En lugar de eso, le oraron directamente a Dios y sin ir a través de un santo, como Abraham, Ezequiel, Daniel, etc.


Considere Cuidadosamente Esto


Finalmente, considere cuidadosamente esto acerca de la maternidad Maríana de la iglesia. Prov 1:8,9 lee:


Escucha, mi hijo, la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Serán una guirnalda para honrar tu cabeza y una cadena para adornar tu cuello.


¿Si María es la Madre de la Iglesia, por qué no tenemos algunas palabras de sabiduría de ella para guiarnos? Ella no escribió ningún libro del Nuevo Testamento. También, ¿por qué no se nos muestra a María cuidando amablemente de los nuevos conversos para el Cristianismo, como pensaríamos que le correspondería a ella por su cargo excelso?


Pero fuimos corteses entre ustedes, como una madre cuidando de sus hijos pequeños. (1 Tes 2:7)


Pero el punto central para todo esto es que María nunca es mostrada por título o inferencia, en toda la Escritura, como que es la Madre de la Iglesia, como los católicos piensan. De hecho, hay más prueba Bíblica para negar esta enseñanza católica a que afirmarla.


Enfocarse exclusivamente en Juan. 19:26,27 para obtener esta enseñanza es inducir el error a las almas preciosas, y conducirlas fuera de la verdad y en algo diferente de lo que la Biblia declara acerca de este asunto, que ha conducido a la destrucción espiritual de las personas que intentan establecer contacto con Dios, pero haciéndolo en una manera no bíblica. La salvación es sólo encontrada en Jesús. Llegamos a él acudiendo sinceramente y respetuosamente, pero nunca a través de María.

LA CRISIS MUNDIAL SE PROLONGA



08/05/09


Hay motivos suficientes para preocupaciones y en particular por la necesidad de mayores esfuerzos de los Gobiernos por estimular las economías y resucitar el sistema financiero.


El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz instó a las naciones ricas a destinar más fondos de ayuda a los países pobres, para evitar mayores problemas pues la crisis está lejos de terminar. A la cabeza de un colectivo de prestigiosos economistas, Stiglitz convocó a los países industrializados del G-8 a reunirse en Italia en julio próximo para discutir acerca de la recesión y sus consecuencias.


También proponen aumentar los préstamos del Fondo Monetario Internacional y eliminar sus duras condiciones sobre los déficit fiscales, que empeoraron las crisis económicas en el pasado.


Entre los objetivos planteados por el grupo de analistas está la coordinación internacional con el fin de evitar competencias en los recortes de impuestos y establecer gravámenes más altos para las personas de mayores ingresos.


Asimismo exhortan a nacionalizar los bancos, en vez de entregarles rescates financieros para manejar el ritmo de los nuevos empréstitos.


Stiglitz insiste en que es un error pensar que la recesión mundial terminó, al tiempo que rechaza las afirmaciones de quienes ven señales de recuperación en la economía mundial.


Todavía hay motivos suficientes para preocupaciones y en particular por la necesidad de mayores esfuerzos de los Gobiernos por estimular las economías y resucitar el sistema financiero, agregó.


El grupo, que incluye economistas de las principales economías en desarrollo como India y China, señala que los países del centro y este de Europa son más afectados por la crisis, pero Africa Subsahariana, América Latina, y algunas naciones del este de Asia podrían sufrir recesiones iguales o peores a los países industrializados.


LAS LENGUAS GENUINAS Y LA FALSA JERIGONZA


Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

Este escrito va dirigido a las personas que pertenecen a las iglesias carismáticas y que hablan, entre otras erradas cosas, “lenguas”, y que al fin de cuentas no deja de ser una horrible estereotipia emergida por estímulo del lóbulo temporal del cerebro, impulsada por un acondicionamiento psicológico y de falsa religiosidad. Es una distorsionada expresión de las emociones, originada en un ámbito místico metódicamente antí-bíblico.

«Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen» (Hech. 2:4).

«En otras lenguas» (heterais glössais, gr.).

Las diferentes lenguas habladas por los discípulos del Señor en el día del Pentecostés, fueron lenguas que nunca fueron aprendidas por ellos durante lo largo de sus vidas, muy familiares, por otro lado, para quienes estaba en ese entorno oyéndolas. No eran las lenguas nativas de los discípulos, sino de las personas de alrededor que las oían y las comprendían pasmados. A diferencia de las lenguas terrenas de las naciones del mundo antiguo de ese entonces y que fueron habladas por los discípulos de Cristo, la jerigonza es un lenguaje completamente incomprensible, un balbuceo que nada dice, una oscura “disartria” histérica que carece de relación con algún idioma oficial hablado o conocido en el mundo, en cualquiera de sus épocas.

Las lenguas del día del Pentecostés fue un acto de Dios que señala, como las lenguas de fuego repartidas sobre las cabezas de los que estaban unánimes juntos en Jerusalén (Hech.2:1-3), la venida sobrenatural del espíritu santo en la nueva dispensación, la de «Gracia», para la salvación de los hombres por medio de Jesucristo, extendida, sin distinción, para judíos y gentiles. Es por eso que los discípulos glorificaban a Dios en los diferentes idiomas extranjeros o en las lenguas vernáculas de los hombres que los escuchaban maravillados:

«Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios» (Hech. 2:5-11).

La Biblia esclarece en 1 de Co. 14:22 que «las lenguas eran una señal para los incrédulos». Aquí existe una premisa irrevocable y de gran importancia para poder hablarlas: Al menos que alguien tuviese la capacidad para entenderlas y traducirlas, no debería ejercitarse el don de lenguas por ningún motivo en las congregaciones:

«Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación» (1Co. 14:5).

Más adelante, en 1 Co. 14:9, Pablo nos advierte de lo vano que sería el hablar en lenguas si éstas no fuesen interpretadas. Sería como hablar al “aire”, porque nadie las entendería. Por lo tanto, el entendimiento quedaría sin fruto (1 Co. 14:14). Pablo tenía el don de lenguas pero no lo practicaba, al menos que se entendieran:

«Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida» (1 Co. 14:18-19).

En el día del Pentecostés había judíos y gentiles piadosos de todas partes, así que no hubo la necesidad de que las lenguas foráneas habladas por los discípulos tuvieran que ser interpretadas para su preciso entendimiento. No resultaron incomprensibles para los judíos extranjeros ni para los gentiles de las distintas naciones. Estas personas estaban familiarizadas con dichas lenguas. Para los hermanos de Corinto, la situación no fue del todo igual. Ellos, por norma obligada, requirieron de un intérprete para lograr comprenderlas. El apóstol Pablo anima a los corintios a orar para la interpretación de lenguas.

« Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete» (1 Co.14:27).

« Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla» (1 Co. 14:13).

El hablar en lenguas, tan importante es mencionarlo, jamás se cristalizó en una algarabía simultánea de muchos. Fue un acto consecutivo y ordenado, de pocos, en el que había siempre, sin falta, un intérprete. De no haberlo, era imposible hablarlas, según la regla paulina. La Biblia no acierta en admitir que “todos hablasen lenguas a la vez”:

«Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete» (1 Co. 14:26).

«Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios» (1 Co. 14:28).

Ante estas ortodoxas y justificadas formalidades presentadas, no cabe duda que podemos sustraer con enorme facilidad, desbaratando toda especulación sustentada en la ignorancia y necedad, la supuesta o pretendida autenticidad de las lenguas emitidas hoy en las iglesias carismáticas que se declaran como católicas o cristianas protestantes. Estas lenguas irreconocibles por la Biblia son el producto de un acentuado y disfuncional histerismo provocado. Para esto deprimente efecto, están “pintados de mil colores” los maestros de teología de la prosperidad material como Benny Hinn y Cash Luna, dos falsos profetas bien conocidos y expertos en el arte carnal y demoníaco de manipular a su antojo a personas psicológicamente aprensivas, pusilánimes en sus decisiones.

El “ardiente” ámbito del carismatismo neo-pentecostalista, aseguramos sin temor, es el factor principal influyente para la conjugación de una notable diversidad de manifestaciones somático-emotivas que han sido confundidas con regularidad con el poder de Dios, y las lenguas habladas, son parte de esta abominable y florida variedad.

Las lenguas descritas en la Biblia siempre fueron unas nacionales o terrenas de aquel pasado tiempo. No hay ninguna relación con la jerigonza o farfulleo ininteligible de las iglesias carismáticas modernas.

En antaño hubo siempre la imperiosa necesidad de interpretar estas lenguas que constituyeron una parte del don celestial para el conocimiento de los misterios de Dios en la nueva dispensación. Recodemos que en esa época el Nuevo Testamento no estaba conformado aún como tal y muchas cosas eran enseñadas verbalmente. Por lo contario, en las iglesias de corte carismático, regularmente no son interpretadas por una persona de modo que lo indica «el divino protocolo», pero cuando emerge “de por allí” un osado y temerario “intérprete”, es tan sólo para proclamar gigantescas falsedades, para proferir tamañas y condenables blasfemias, haciendo de Dios un “excelso y sublime” mentiroso, repitiendo en arraigado y regular hábito lo que la Biblia pregona. Me pregunto: ¿Cuál es la razón qué Dios tiene para estar repitiendo lo qué en su Palabra ya se encuentra? ¿No nos instiga Dios para dejar de leerla, siendo de tal manera? ¿Si sus “profetas” se están encargando de repetirnos siempre lo que la Biblia dice, entonces, para qué leerla? ¿Es posible qué Dios tenga qué molestarse con tan pueril y absurdo mover?

La Biblia nos muestra con clara objetividad que el hablar en lenguas fue un acto de ordenada sucesión, contrariamente a lo que muestra el carismatismo religioso católico-protestante: Todo un desastre teatral.

El brutal y espantoso sonido consolidado de muchas voces huecas y escalofriantes, oídas en molesta potencia en los cultos de tendencia carismática, es una mortal falsificación del don de lenguas genuino. Esta fábula mística vino a salir del corazón del hombre finamente persuadido por el diablo, el agente creado más peligroso y religioso que hay, padre de la imitación gloriosa, el gran mago de los sincretismos que conducen por el ancho camino de la perdición a los necios e ignorantes politeístas de todas las iglesias neo-pentecostales y católicas carismáticas, reacios para abrir los ojos ante la mentira que les ha empañado el “cristalino de los ojos espirituales”, cual severa catarata metabólica bilateral.

Dios les bendiga siempre.